Generadores de ruido: datos vs información

Una de las cosas que aprendí cuando estudié un programa de Análisis de Datos en la Universidad John Hopkins era lo importante de definir correctamente la pregunta estadística para la que se quieren los datos.

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Tablero creado por la Universidad John Hopkins para el seguimiento de la pandemia

Los datos por sí pueden decir una cosa y la contraria. Los datos no son respuestas, pero pueden imposibilitar obtenerlas si nos los escogemos con cuidado.

En estos días de aislamiento social se ha disparado el número de emisores de ruido en todos los canales de comunicación. Permitidme definir mejor este concepto de «emisor de ruido».

Todos hemos atendido a prensa, radio, TV, redes sociales buscando información que nos permita un poco de esperanza ante la dureza de la realidad que percibimos. Por desgracia, información es lo que menos hemos encontrado. Sí hemos visto a muchos «expertos» que opinan sobre los datos, pero información más bien poca.

Si tenemos en cuenta que los datos están cambiando constantemente, y que hay muchos datos duplicados en la información proporcionada (ver gráfica adjunta con los paises con más de 100 datos duplicados), la limpieza de los mismo y la meticulosidad del tratamiento ha de ser esquisita.

DatosDuplicados

Los más confiables de estos opinadores o bien trabajan con sus propios informes, o bien son expertos en alguna de las materias (epidemiologos principalmente) que varían en sus análisis día a día en muchos de los casos.

La razón principal de dichas variaciones (más allá del show mediático necesario para que la rueda siga girando) es la defectuosa calidad del dato con la que se está trabajando, y la imposibilidad de definir algunas de las preguntas estadísticas necesarias, y la necesidad de establecer un discurso no científico con otros objetivos más allá de esta pandemia.

Además nos encontramos con que los resultados de los análisis pueden discrepar con nuestras percepciones, con lo que el sesgo congnitivo (lo que esperamos encontrar porque es lo que percibimos o creemos) campa a sus anchas.

Personalmente me hago mis propios informes y comparativas que pueden ser aproximadas con las que se publican, pero que honestamente no me están dando respuestas a la eficiencia de las medidas que nuestro Gobierno, o de otros paises puedan estar tomando. Más allá de que está claro que si no salimos, no nos contagiamos, muchas otras respuestas siguen en el aire.

No hablo de economía, o de libertades, o de cualquier otro elemento subjetivo. Estoy hablando de contagios y de muertes. Nos faltan datos, y muchos de los que tenemos no son buenos. La credibilidad de los datos es la primera de las cosas a analizar y para ello es necesario que haya unos criterios mínimos que se compartan.

Pongamos el caso de los «fallecidos por coronavirus». Más allá de la lamentable realidad que puedan mostrar, los criterios para el registro de una muerte como muerte por esta causa difieren de una población a otra. Unos emplean los fallecidos en hospitales con pruebas confirmadas, otros todos los que puedan ser sospechosos, otros corrigen el dato con los excesos sobre muertes previstas, otros no consideran las muertes si existe algún otro parámetro de comorbilidad (enfermedades previas que puedan producir el deceso), etc.

Con estas variaciones es complicado indicar que un país u otro lo pueda estar haciendo mejor o peor. No se nos indican características socioeconómicas o culturales que puedan o no afectar.

¿Qué día es el día 0? En unos casos los estudios emplean cuando haya más de 100 casos confirmados, otros cuando sean más de 500, otros indican que el parámetro a seguir debe ser cuando la tasa de contagio supere un determinado número de contagios por millón de habitantes. Sea como sea, esta disparidad hace difícil el análisis.

No me voy a extender más. No quiero ser un emisor de ruido más, pero la próxima vez que os digan tal o cual cosa sobre la situación o los escenarios que se van a producir, preguntaos dos cosas: ¿de dónde saca la información para llegar a esa opinión? ¿Me está mostrando datos validos que sustenten dicha opinión? Puede que no os respondan a vuestras dudas, pero seguro que recordaréis la frase atribuida a W. Edwards Demin: «Solo confiamos en dios, los demás tienen que traer datos».

Que estéis seguros y bien.

FUBAR

WhatsApp Image 2017-09-03 at 19.58.42Me encanta el cine. Me encanta leer. Me gusta la sensación de salir del cine y saber que la película que he visto, siendo buena, no está a la altura de la novela que leí.

También disfruto con la sensación de estar descubriendo un secreto cuando leo una novela de la que había visto la película.

Es un placer también pensar en cómo haría una película de esas novelas que no hay modo de llevarlas al cine.

Pero hay una serie de películas que no hay forma de novelarlas, o de cuentos que no hay modo que se conviertan en película: los del jefe.

Cuando he recibido formación sobre los aspectos de la gestión de recursos en los proyectos, al principio lo recogía con una ilusión de que cumpliendo con una serie de preceptos, los proyectos se desarrollarían como la seda, llenos de felicidad y de orgullo por la consecución de las metas y el deber cumplido.

Lo que no me contaron es que era un cuento. En los cuentos, el héroe es capaz de enfrentarse a las dificultades y conseguir que todo salga bién. Los amigos del héroe le ayudan incluso hasta el sacrificio y todo acaba bien.

Bueno, pues desde mi esperiencia, no hay un sólo proyecto en lo que esto pase. Podría decir basado en mi esperiencia que ¡es mentira!

Un proyecto no tiene nada de idílico. Siempre parten desde supuestos irreales, que con un poco de suerte puedes aterrizar en este mundo, y con un conjunto de personas involucradas que nos parecemos más a Gollum que a Superman.

No tenemos McGuffins, no tenemos efectos especiales, no hay dobles. El la cruda realidad.

En el guión tenemos que incluir que no hacen falta «jefes», sino «gefes» (gestores de felicidad), o «líderes» (los que hacen que la gente haga cosas convencida y no porque se lo ordenas), emprendedores (gente con iniciativa para arriesgarse), pero hay trampa.

No hay «gefes», ya que los criterios para alcanzar la felicidad en el trabajo, pasan normalmente por las áreas financiera y de recursos humanos… Lo de ser lider está bien, pero cuando tu equipo ha recibido más palos que una estera, pues como que es un poco dificil. Son las cosas de los reflejos condicionados, que tan bien estudió Pavlov.

Lo mejor es lo de ser emprendedor. Hay que tener iniciativa y arriesgar. Impulsar, ser disruptivo, pero como no me salgan los números…

Lo dicho, que viendo todo esto, lo mejor es pensar que eres un sargento de la 101 el día 7 de junio de 1.944, allá por el norte de Francia y luchar junto a tu equipo, igual a igual, poniendote al frente y convenciendolos de que no todo es inutil y de que se puede conseguir si no nos matan antes. Que eso de la felicidad y la satisfacción es algo que cuentan los que no están en el barro y las trincheras y que cuando llega el momento en el que se consigue el objetivo, son ellos, y no los otros lo que lo han hecho posible. Son ellos los que consiguieron, con su esfuerzo lo que nadie pensaba que se pudiera conseguir, y que no deben esperar reconocimiento más allá que el de sus propios compañeros, lo que estaban con ellos y que sabrán que ellos fueron los que marcaron la diferencia.

FUBAR!

Nota: Como en las películas… Cualquier similitud con personas o eventos pasados, presentes o futuros son mera coincidencia.

Feliz vuelta al trabajo.

Administración… ¿electrónica?

Una hora y media de golpes y martillazos, y un resultado negativo, es el resumen de acercarme a la administración electrónica.

He de explicar un poco más el asunto para que se entienda mejor, pero valga por el momento el titular.

Necesito gestionar con el Ayuntamiento de Madrid (da lo mismo) un permiso para poder realizar ciertas prácticas deportivas con total seguridad de no tener problemas con las FSE. Para dicho trámite hay que presentar la siguiente documentación:

  • Certificado de Antecedentes Penales (se obtiene en el Ministerio de Justicia)
  • Certificado Psicotécnico (se obtiene de manera presencial en una clínica autorizada)
  • Facturas que acreditan que puedes solicitar los permisos
  • DNI
  • Justificantes de pago (como no)

Para poder entenderlo mejor, diremos que hay dos administraciones involucradas (Estatal y Municipal) y que salvo el certificado médico, las webs de los distintos organismos indican que se puede realizar los trámites de manera electrónica.

El certificado de penales es un trámite sencillo que requiere de una petición de certificado con el pago de tasas y la descarga del certificado una vez que se ha generado. Obtenido a la segunda (en la primera la pasarela de pago estaba inactiva), estamos en disposición de poder pasar al complicado.

El problema que se plantea es que dicho trámite no se puede realizar salvo que tengas Windows 7 e Internet Explorer 11. ¿Cómo? ¿Windows 7 e IE11?

Llevo un año con Windows 10 instalado en mi ordenador principal, aunque tengo aun una máquina con W7 que puedo emplear (¿informático o síndrome de Diógenes?).

Revisando en StatCounter, y tal y como se puede ver en el gráfico adjunto, el W7 supone en torno al 30% de los ordenadores españoles, por lo que hay un 70% que no son W7.

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Considerando después el asunto del navegador, resulta (y vuelvo a las mismas fuentes) que el uso del IE11 es de un poco más del 6%, o lo que es lo mismo, que el 94% no lo emplean, siendo lo más habitual el empleo de Google Chrome (casi el 60%), seguido de Firefox (aprox. 16%)

StatCounter-browser_version_partially_combined-ES-monthly-201605-201607-bar

 

Con un simple cálculo de probabilidad y un monton de asunciones, la administración electrónica está al alcance directo de poco más del 2% de los potenciales usuarios de la misma. Sé que este porcentaje es una exageración ya que muchos de los usuarios tienen más de un navegador instalado, sobre todo en el caso de Windows, pero sirva de toque de atención, pues no tendríamos más de un 31% de los usuarios en disposición de acceder al servicio.

La administración electrónica tiene que ser neutral respecto a las tecnologías, y garantizar la accesibilidad del ciudadano. En mi caso, el ser informático me ha permitido insistir hasta lograr hacer medio trámite, pero no más. Para un ciudadano normal, está más allá de los trabajos de Hércules.

Cuestiones como las gestiones de las versiones deben ser transparentes a los usuarios, más cuando se emplean tecnologías multiplataforma (o al menos eso dicen) como es Java. La obligación de realizar innumerables tareas de actualización previas a la realización de los trámites es inadmisible, y sobre todo hay que recordar que la administración electrónica es un servicio, no una gracia que se concede al ciudadano, por lo que es la administración la que debe adaptar sus aplicaciones a la ciudadanía, y no la ciudadanía la que tenga que adaptarse a las restricciones de un software mal gestionado y peor realizado. (NOTA: Algo tan simple como la gestión de las transacciones para cancelar los pagos de servicios no realizados ya deja claro como se ha analizado y desarrollado la aplicación.)

Ahora me toca pegarme con la administración municipal para resolver el problema que su aplicación me ha generado (el proceso de las peticiones falla en el último paso tras la realización del pago de modo que el trámite es inutil), pero eso es harina de otro costal, o mejor dicho… «eso es en otra ventanilla», en este caso la del 010.

 

 

 

503 o el divorcio entre IT y Negocio

Domingo por la noche. Tras una rica cena, te enfrentas medio atontado a la televisión. Entre tintes para el pelo, televisores maravillosos, operadores de cable con ofertas maravillosas, un anuncio me llama la atención: puedo alquilar un vehículo en vez de comprarlo. Puedo cambiarlo y hasta devolverlo si no lo necesito.

Una bombilla se enciende dentro de mi: ¿Será verdad? ¿Podré hacerlo sin ser autónomo? ¿Cuáles son las condiciones?

Abro el navegador y tecleo la url de la compañía…

Un «maravilloso» error 503 aparece inmediatamente en la pantalla. La culpa es de los 120 megas que tengo. Si hubiese sido aquella conexión ADSL de un mega… lo mismo hubiese tardado unos microsegundos más.

Es lo peor que puede pasar, creo. Lanzas una campaña de televisión en una hora de máxima audiencia (de las caras) y tus servidores no están a la altura. ¿No hay nadie que haya hecho pruebas de capacidad? ¿No hay nadie que levante los servidores caidos?

Pienso indulgentemente que debe ser eso. Ha tenido tanto éxito que se han saturado los servidores. Pruebo. Han pasado cinco minutos (un mundo). Debe haber alguna conexión libre. Nada, lo mismo: 503 Service Unavailable.

Teniendo en cuenta que he aterrizado en la página desde una entrada de Google, de las de pago, se me hace aún más extraño.

Pruebo de nuevo, ocho minutos desde el primer intento. El programa ya ha comenzado, por lo que no creo que haya problemas… Y los hay…

Supongo que es una prueba más de como hay un divorcio entre IT y las áreas de Márqueting: «No les avises, que la competencia se entera», «Está claro que los de negocio no trabajan».

Los unos por los otros… el cliente que no lo va a ser.

Que una estadística no te quite un titular…

Leyendo una entrada proporcionada por un agregador de noticias, me llama la atención el título:

20150220_121750-Vacuna1Normalmente no hubiese seguido leyendo, pero la duda me ha podido y me he visto sumido a seguir los procelosos razonamientos. Pongo aquí el link para el exceptico.

No siendo la medicina mi campo de experiencia, no puedo juzgar como cierto o no lo que se indica desde un punto de vista médico, pero si puedo ver que no se está siendo capaz de interpretar correctamente un gráfico.

El autor del artículo nos lleva a 1963, momento en el que se introduce la vacuna del sarampión en EEUU para negar su efectividad hoy.

Se basa en un gráfico publicado en HealthSentinel.com en el que podemos ver la evolución de la tasa de fallecimientos por cada cien mil habitantes por causa del sarampión desde 1.900 hasta 1.988.

La curva es descendente hasta el final de la II Guerra Mundial, pero una vez allí, la disminución de las muertes es asintótica, manteniéndose estable hasta la introduccion de la vacuna del sarampión.

Está claro que otra serie de factores como la mejora de las condiciones socio-sanitarias son el principal medio de prevención de las consecuencias del desarrollo del sarampión, pero hecho esto, se llega a un nivel en el que sólo las vacunas pueden reducir las complicaciones.

Pero, a que viene en titular… Pues a que en los últimos años no se han registrado muertes por sarampión y si una serie de casos por reacciones adversas a la vacuna. La vacuna mata, el sarampión no. Ya tenemos titular.

Creo que este tipo de análisis sobre los gráficos puede ayudar en poco a la población. Nótese que desde 1968 (asumo que el despliegue de la vacunación generalizada debió tomar unos 5 años) las muertes son 0 o casi 0 para todos los años. Eliminar las muertes por sarampión cuando el resto de los métodos ya no eran eficientes es el verdadero éxito de la vacuna, y eliminarla sólo nos lleva a la situación del año 1.962 en el que las muertes eran mayores que 0.

Cuidado al interpretar los datos. Cuidado con las series históricas y sobre todo cuidado con los titulares.

 

Gestión «GoPro»

Hace unos meses me compré una de esas cámaras maravillosas que se pegan al casco y nos permiten luego recrear las experiencias deportivas. Dudo que haya alguien que desconozca a que me refiero pues se han puesto tan de moda que pueden empalagar.

Como todo, la novedad engancha. No se los Gigas que llevo ya grabados (y los que quedan), pero todos son iguales.

Estas cámaras son de lente fija y con un tremendo gran angular que ayuda a que por mal que la pongamos, la acción transcurra principalmente en el centro de la imagen, a corta distancia.

Sin embargo, en cuanto te descuidas, las cosas que están a unos pocos metros se hacen pequeñas, borrosas, cada vez menos importantes respecto del paisaje.

¿Y si estamos gestionando con la «GoPro»?¿Y si nos hemos instalado un gran angular que desvirtúa la realidad haciéndonos ver mucha acción en el plano corto, pero perdiendo los detalles de la distancia?

Tengo la sensación que en una sociedad con cada vez mayor idolatría al cortoplacismo, a la acción, a la adrenalina y a demostrar que se puede lo imposible (salga como salga), nos hemos instalado una GoPro y vamos por la vida, por los proyectos con la lente distorsionada.

Siguiendo con los símiles, no «paneamos», tenemos que verlo todo en una sola imagen.

Cuidado, con ello. Como en la GoPro, se nos puede olvidar que esa imagen no es la real.

Huyendo hacia delante

«Dijo un curao pilucho / empinándose la copa / Bucha que me asaltaron / y me robaron la ropa

Comienza la primera pata»

En la «cueca larga de los curaos» del gran cantautor chileno Tito Fernández se nos va presentando una estrategia de huida hacia delante que poco a poco lleva a un final, no por esperado, menos dramático.

En cada uno de los estados por los que nuestro aguerrido protagonista va pasando se encuentra un punto positivo o esperanzador, que va intercalándose con signos de alerta.

El protagonista, como muchos de nosotros, sigue avanzando en un juego que no tiene solución. Del mismo modo, esta estrategia de avance hacia el desastre nos la podemos encontrar día a día en lo personal y lo profesional.

El ser humano es un ser positivo por excelencia. Esto nos ha permitido la expansión como especie que hemos conseguido por el Orbe y nuestro espacio cercano, y cada vez nos llevará más lejos.

Confundir iniciativa, liderazgo o arrojo con imprudencia es fácil. Básicamente las huidas hacia delante suelen ser caminos de menor coste en el corto plazo que parar y analizar la situación.

Nuestro protagonista, trago a trago buscaba una meta inalcanzable y en cada sorbo se alejaba más aún del objetivo («Póngale pa’esta mina, otra mentita / para ver si ma’rrato me hace cosita…»)

Muchas veces acabaremos como nuestro protagonista («Amanecí precioso, buta que bello / Sin mina, sin caballo y con manso cuello.») pero en unas pocas, muy pocas, y gracias a que la huida hacia delante se controló y se gestionó en la medida de lo posible tendremos experiencias como la de Colón llegando a America o Armstrong pisando la Luna.

Feliz verano

PD: «Moraleja pa toos los invitaos / Si alguno se sonríe, seguro que le a pasao.»

Diferente o barato

Leo en LinkedIn una frase de Guy Kawasaki, famoso comunicador, que me ha hecho pensar en el concepto de marca: «Al final o eres diferente, o eres barato».

La frase, así, descontestualizada la verdad es que poco nos puede aportar.

Creo que en la frase hay un pequeño problema de concepto: se emplea el «o» cuando realmente, y dada nuestra economía, la frase sería «o eres diferente y barato, o…»

By goofup (tractor1) [CC-BY-2.0], via Wikimedia Commons
Tractor abandonado.
Lo de ser «diferente» es también matizable. Creo que en el fondo hablamos de poder mostrar una ventaja competitiva que te permita salir del «main stream», innovando y siendo disruptivo. Ser diferente no implica ser raro, sino simplemente poder ofrecer algo distinto a lo que ofrecen los demás.

Lo de ser barato es sencillamente peligroso. Nada es caro o barato y todo lo es a la vez. Caro y barato son términos relativos a una percepción del comprador. El mismo precio para compradores (clientes) diferentes puede ser caro o barato.

Dada la segmentación de los clientes, el precio está relacionado entre otros con la cantidad y la calidad de los servicios que se proporcionan, así como la capacidad de cada empresa (incluido uno) de gestionar sus costes de una manera eficiente. Ser barato no garantiza nada. Prefiero la palabra competitivo.

Ya seas una empresa, un autónomo o un trabajador asalariado, todos hemos de tener claro el concepto de competitividad, y si no podemos adecuar los precios, ser conscientes del riesgo de quedar fuera del mercado. Por otro lado, los clientes deben ser conscientes que los precios no pueden ir siempre a la baja hasta hacer el mercado imposible.

Estas tensiones entre los precios de venta y los precios de compra son las que hacen e impulsan los mercados (de bienes, de servicios o el laboral), haciéndolos dinámicos y forzando a todas sus partes a adaptarse día a día.

¿Cuál es el problema? Como en todos los mercados, cuando uno de los intervinientes toma una postura de poder que altera las leyes de equilibrio del mismo (ya sea por un exceso de oferta que abarate los precios de compra, ya sea por un exceso de demanda que lleve a un incremento irracional de los precios) la competitividad se ve afectada.

Todos formamos parte de una compleja cadena de compraventas en la que el flujo de dinero hace que sea factible que la cadena funcione, por lo tanto si somos muy diferentes acabaremos en nichos (early adopters, legacy markets, etc) que pueden no ser sostenibles en el tiempo y si somos demasiado baratos sencillamente no podremos mantener el movimiento de la cadena.

La frase puede ser buena, pero en el fondo es mejor luchar por que, como proveedores seamos más competitivos no sólo mediante políticas de precios moderados, sino con políticas de mejora de la eficiencia que seguro nos harán diferentes a como éramos antes. Esta mejora de la eficiencia está relacionada con la inversión en mejoras (formación, medios, etc) y en cambios culturales que permitan su aplicación.

Adquirir formación no ayuda a mejorar si lo aprendido es inaplicable por la resistencia al cambio de los entornos, comprar nueva maquinaria o mejores servidores no ayuda cuando nuestras ineficiencias están en los procesos que empleamos. La visión es global y todos estamos en ella.

¿Os parece que es así? ¿Debería ser de otro modo?

Innovación

Revisando la estantaría, un tomo azul celeste con letras doradas destacaba entre los otros. Al abrirlo, el sonido de las páginas quejándose de su tranquila cerrazón me trajo a la memoria las horas empleadas en concebirlo, redactarlo, revisarlo y tras meses de trabajo presentarlo ante el tribunal.

Aquel tomo escrito y presentado ya hace veinte años me ha arrancado sonrisas de ver que lo que en su día parecía novedoso hoy es algo asumido por la sociedad como estándar.

Hace veinte años se me ocurrió que uno acaba harto de contarle al médico siempre lo mismo cada vez que cambia este o se hace un viaje… Los antecedentes médicos son importantes para los «médicos de cabecera», «de atención primaria», «de familia» o como quiera que lo quieran llamar.

No voy a hablar sobre aquel trabajo ya que es accesible a través de la Universidad, o debería serlo, sino para referirme a que como incipiente profesional encontré algo que podía ser mejorado y diseñé una solución.

Ni que decir que visto veinte años más tarde, reconozco el mucho cariño que me tenían que tener mis profesores para darme el título. Si bien hay partes que estaban suficientemente justificadas otras no, pero… Es que no es un plan de negocio, es un trabajo final de carrera.

Lo que se premia es la innovación, y quizás porque sea la última vez que un profesional pueda y tenga la libertad suficiente para poder cambiar y mejorar las cosas. Luego vendrá la «carrera profesional» en la que la innovación es lo que más miedo da a las áreas financieras, y por lo tanto es una palabra a poner en los dossieres, pero a evitar en lo práctico.

Se que exagero, pero algo hay. Este país no ve con buenos ojos la innovación. Innovar implica cambiar o como mínimo proponer cambios, y culturalmente somos una sociedad bastante inmovilista.

Podemos ver cuan poco importante es la innovación en nuestro país con un indicador simple: el presupuesto para I+D+i de los Presupuestos Generales de 2014. Las partidas para I+D+i ascienden a unos 5.630 millones de euros a repartir entre empresas y científicos en forma de créditos principalmente.

Muchos de estos créditos son sólo accesibles a las grandes empresas, las cuales por definición suelen ser poco amigas de los cambios, dejando a la mayor parte de nuestro conglomerado empresarial lejos de poder innovar.

Esto no es del todo cierto, ya que la pequeña empresa se ve obligada por la ausencia de músculo financiero a innovar constantemente con vistas a no perder competitividad. Pero dados los costes de las patentes en este país, registrar dichas patentes y de paso hacerlas productivas es algo a ser mirado con mucho cuidado.

Una patente nacional puede costar unos 1000€ a una empresa, sea grande o pequeña, y unos costes anuales de mantenimiento de la patente que se van haciendo más y más grandes hasta los 20 años que dura la patente. Esto hace inviable para muchas empresas el presentar las mejoras y de ese modo innovar más allá del ámbito de las mismas. Más aún, al no tener protegidos sus posibles derechos, la probabilidad de que el conocimiento se vaya a otra empresa y no se obtenga retorno alguno de la inversión en investigación hace que muchos se desincentiven.

No digo nada de que la innovación venga por las ideas de un particular. Mil euros es una cantidad importante para cualquier economía doméstica y más cuando nuestro salario promedio es de unos 17 mil euros.

Como consecuencia, en 2013 se presentaron a nivel nacional un total de 3.133 solicitudes de patente (datos de la OEPM) valor que me parece bajo. Muchas de esas patentes no serán viables comercialmente, pero servirán para futuras innovaciones que sí podrían ser comercialmente viables, contribuyendo a un PIB que tiene que crecer o crecer.

Hay muchas derivadas y flecos en este tema, pero creo que es necesario que empecemos a ayudar a cambiar la cultura de la explotación por la cultura de la innovación y no solo creando nuevos empresarios. Tener buenas ideas no te hace garante de ser un buen empresario, sino favoreciendo la educación y simplificando el método para registrar los inventos y las mejoras. Quizás con ese cambio cultural, que favorezca las mejoras conseguiremos un país más avanzado.

Como contraparte está el que una sociedad innovadora tiene menos miedo a los cambios y es más crítica en la evaluación de los resultados, cosa que evidentemente puede no gustarle a más de uno. Quizás por eso, la campaña de desarrollo de la PI para alumnos y universidades tiene una bonita presentación de dos transparencias en la que se nos indica que las universidades de EEUU tiene un 3% de su presupuesto que viene de patentes, y que los alumnos pueden llegar a hacer dinero con ellas, pero no hay actos planificados y que se hayan realizado.

¿Cambiaremos el modelo o mejor que lo patente otro?

Madrid, Madrid, Madrid…

Acabo de colgar el teléfono. Todavía no salgo de mi asombro en que modo se puede torcer la venta de un servicio por algo tan simple como la formación de los operadores y la falta de planificación de los responsables de la campaña.

Vivir en Madrid te hace pensar que todo el mundo tiene que conocerla. Es una ciudad de tres millones doscientos mil habitantes censados, la más poblada del país, y casualmente la capital de España.

This image was originally posted to Flickr by Tomás Fano at http://flickr.com/photos/17012490@N00/4078487039. It was reviewed on 12 November 2009 by the FlickreviewR robot and was confirmed to be licensed under the terms of the cc-by-sa-2.0.
«La Osa» y el Madroño

Dicho esto, el hecho de que el Rey actual haya abdicado, cediendo la corona a su hijo, hace que te plantees que algo de proyección internacional habrá tenido.

Bueno, ¡pues no! La educada operadora con la que he hablado, y con un dulcísimo acento mejicano, que me ha encantado no sabía que Madrid es una gran ciudad.

El servicio que me estaba ofreciendo me podría interesar si estuviese desplegado en mi ciudad, y no en los alrededores de la misma. Son sitios en los que ni vivo, ni trabajo, por lo que la ventaja del producto, en mi caso es cero.

He intentado cortesmente explicarle a la operadora/vendedora que Madrid tiene tres acepciones: es una comunidad autónoma, es una provincia, y es una ciudad, y que cuando me decía que el producto «está desplegado en Madrid», realmente lo estaba en la «provincia» de Madrid, y no en la «ciudad» de Madrid.

No se si por crueldad o por intentar sacarla de su equívoco he empleado unos minutos intentando explicarle la diferencia y que al ser en la provincia y no en la ciudad, el producto por el momento no me es interesante.

Como decía en el primer párrafo, parte de la culpa es del nivel educativo de la operadora, pero creo que aún mayor es el fallo de los responsables de la campaña.

Intuyo que el centro de llamadas no se encuentra en España y que por lo tanto no es exigible a la gente que conozca toda la geografía mundial, pero si es exigible que se prepare a los operadores/vendedores en este tipo de temas.

No sólo han de conocer las características del servicio, sino que deben conocer – más cuando llamas desde otra ubicación – un mínimo de las particularidades de la población a la que vas a contactar: las principales ciudades, provincias, peculiaridades.

Una llamada aleatoria a un número de España tiene una probabilidad aproximada de un 6,85% de caer en Madrid Capital, o un 3,4% de caer en Barcelona.

Si lo vemos a nivel de comunidades autónomas, el saber algo sobre Andalucía – provincias, ciudades, o similar – nos permitiría poder salir mejor frente a un 18% de las llamadas.

En este caso la falta de conocimiento de la operadora hizo que no llegara a convencerme de aceptar un producto combinado que en un futuro sería aún mejor.

No le faltó conocimiento técnico, le faltó el conocimiento humano.